El internet de las cosas (Internet of things, IoT) nos permite conectar elementos físicos que envían y reciben información a través de una red inalámbrica.
Imagina que es invierno, llevas una semana de viaje y al volver a tu casa quieres que esté a una temperatura agradable.
Gracias al IoT podemos conectar el sistema de calefacción de nuestra casa a nuestra ubicación y hacer que a cierta distancia la calefacción se encienda para que a la hora justa en la que entres por la puerta la casa esté a la temperatura elegida sin mover ni un dedo.
En industria, esta tecnología es muy potente ya que nos permite tener un control del estado de la maquinaria en tiempo real (temperatura, tiempo de funcionamiento, procesos realizados...), mediante toda la información recibida gracias a IoT podemos sacar métricas mediante Big Data optimizando así la gestión en la planta productiva, esto implica más producción, menores costes, control de los mantenimientos, etc.
En cuanto a las conexiones con los dispositivos tenemos 4 posibilidades:
Dispositivo a dispositivo: Comunicándose dispositivo con dispositivo entre sí. Para ello podemos utilizar redes IP o internet aunque la mayoría de veces se utilizan protocolos como Bluetooth, Z-Wave o ZigBee para pocas cantidades de información.
Dispositivo a la nube: esta conectividad permite al usuario obtener acceso remoto a un dispositivo. El dispositivo IoT se comunica directamente a un servicio en la nube de internet para intercambiar datos.
Dispositivo a puerta de enlace: se conecta el dispositivo a un dispositivo intermedio para acceder a un servicio en la nube. El dispositivo intermediario hace de puerta de enlace local entre el servicio en la nube y el dispositivo de IoT.
Back End Data Sharing: es una extensión del modelo de dispositivo a nube, en este caso se autoriza a terceros el acceso a los dispositivos y los datos del sensor. Los usuarios pueden analizar datos de objetos inteligentes desde la nube combinándolos con los datos de otras fuentes para su agregación y análisis.
Los beneficios de la IoT ya llevan mucho tiempo entre nosotros y los usamos hasta en la vida cotidiana de las personas.
El problema se encuentra sobre todo en la gestión de la información recibida y más aún en cómo visualizamos estos datos.
La realidad virtual y la realidad aumentada son el último eslabón en la cadena de la optimización de los procesos pero es el que nos permite visualizar la información generada por los módulos de IoT, interactuar con los procesos y tomar decisiones en consecuencia a lo que estamos viendo.
En cuanto al uso mediante realidad aumentada, mediante un smartphone, tablet o una gafas de realidad aumentada, podremos apuntar a un activo sensorizado para recibir la información del mismo en tiempo real.
El uso de la realidad virtual nos permite sumergirnos en un entorno digital donde nos encontraríamos el activo sensorizado. Una vez dentro de este entorno podremos visualizar la información extraída del activo, interactuar con él, visualizar gráficos de su actividad o incluso introducir el activo como parte de un proceso formativo o de mantenimiento.
Además, una planta con módulos de IoT nos permite obtener información de ella sin necesidad de estar allí, podríamos tener a un técnico desde una oficina en cualquier lugar del mundo o desde su casa monitorizando la planta.
ARSOFT tiene experiencia trabajando con módulos de IoT, mediante el uso de activos podemos conectarnos con la maquinaria y monitorizarla, incluso encenderla y apagarla en función de lo que se necesite.
Nunca necesitaríamos depender de que alguien dentro de una planta productiva tuviera que estar pendiente del estado de la maquinaria sino que podríamos ver su estado desde cualquier momento en tiempo real al colocarnos unas gafas de realidad virtual. Esto supone un considerable ahorro de costes y de tiempo a la hora de detectar problemas y poner en marcha soluciones.
Además, podemos representar mediante gráficos la evolución del estado del activo para medir los puntos de más alta productividad, carga de trabajo en la máquina, consumo de energía, temperatura, etc.
En definitiva, a través del IoT conseguimos un denominado gemelo digital, una copia virtual de nuestra máquina con la que podemos recibir información e interactuar con ella.